lunes, 19 de abril de 2010

El contrato del año: Opel Astra ranchera; MI PRIMERA VEZ

Mi primera vez fue a los 15 años. Ni siquiera tenía carnet de conducir. Fue más fácil que aprobar el práctico (y eso que lo aprobé a la primera), estaba menos nervioso, y fue muuuuucho menos gratificante. Sin embargo, creo que me estoy desviando del tema.

El blogger de citroen, postea casi tan rápido como debe ir el ds3. Como tenga que postear yo a la velocidad máxima a la que puede ir mi melonera, voy de cráneo contra un muro. No obstante voy a intentar sacarle el mayor rendimiento a mis pistones digitales y mis bujías cerebrales.

Recuerdo la primera vez que me topé con mi Opel Astra Ranchera (como esto es muy largo de escribir, de ahora en adelante vamos a llamarlo Meloncete). Repetimos: Recuerdo la primera vez que me topé con Meloncete. No hacía mucho tiempo que salía con Lamari y quedamos en La Latina. Tampoco tenía yo mucha experiencia en la conducción, pues me saqué el carnet toda vez que acabé la licenciatura. A Lamari no le gustaba conducir -de hecho sigue sin gustarle- y me pidió que si podía aparcarle bien el coche, que lo había dejado subido a la acera. Como macho ibérico que soy, le dije que sin problemas, pero tragaba saliva presa del pánico.

Me encaminé hacia la calle en cuestión en compañía de lamari y mi amigo C. Delante de mí apareció Meloncete. Meloncete se me antojó un gigante de proporciones despiadadas, máxime cuando estaba "aparcado" en una calle de proporciones encanijadas. Meloncete no me despertó ningún amor a primera vista, es más, me pareció uno de los coches más feos que había visto en mi vida, y es que nunca me han gustado las rancheras. Que no se me enoje la malograda Rocío Durcal que la cosa no va por ahí, sino por ese tosco modelo genérico de automóvil, que parece el engendro de un contenedor con una rueda.

Por aquella época había yo heredado un Ford Escort del 94. No tenía ni elevalunas eléctrico, ni cierre centralizado, ni aire acondicionado, y la dirección estaba asistida por mis hercúleos brazos. Si el coche estaba parado, no había quien moviera el volante. Recuerdo un día de agosto, intentando aparcar en una calle estrecha, en el que debí perder 4 kilos en 5 minutos. Era lo único positivo de aquel coche. Bueno, y el consumo, que yo no sé, como hacen los expertos, medirlo en litros a los 100, sino en "duritos a los kilómetros", es decir, el Ford consumía 55 € cada 900 kilómetros. Es lo que me gastó de aquí a Bilbao y vuelta, que todo sea dicho de paso, iba con la L, y fiel cumplidor de las normas, no pasé de 80Km/h. Tenía que meter cuarta, e incluso tercera, cuando la Autovía se ponía cuesta arriba. Qué despropósito!!!

Que me voy otra vez. Meloncete. Meloncete debió ver en mi cara una mueca de horror la primera vez que lo vi, con su rueda derecha trasera (con tapacubos, nada de llantas de no sé cuántas pulgadas. ¿Qué es eso?¿Cuánto es una pulgada?¿por qué la gente dice tengo llantas de aleación de 17 pulgadas?¿De qué es la aleación?¿cuánto son 17 pulgadas? y lo más importante ¿eso cómo infliye en la conducción? ¿o es sólo por estética? Si alguien me resuelve estas cuestiones, se lo agradecería) subida a la acera. Él, con sus faros grandes y cuadrados, pareció mirarme como diciendo ¿Tú me vas a conducir a partir de ahora? Pues me da a mí, amigo mío, que nos vamos a salir de Málaga para meternos en malagón. Puso una mueca de resiganción en su capó. Yo miré a C., torcí la boca y entendió. "Yo lo coloco si no os importa" -dijo seguro de sí-. Meloncete pareció flexibilizar la expresión de su capó. C. se introdujo en el coche, alivió la presión que Meloncete sentía en la rueda mencionada, giró y regiró el volante en dos golpes maestros, y Meloncete suspiró y guiñó un faro a C.

C. salió del coche y me comentó que Meloncete era noble. Que se comportaba bien y, que a pesar de su monstruosa estética, era fácil manejarlo. Yo miré a Meloncete, pero él parecía silbar y mirar hacia otro lado ignorándome. Definitivamente, aquello no fue un amor a primera vista.

Deambulamos por La Latina. Sábado noche y la fiebre era toda mía de pensar que en unas horas iba tener que llevar a Meloncete a casa de Lamari. Era incapaz de relajarme. No Gin Tonics porque soy abstemio, pero si no lo hubiera sido, no creo que la bebida de la reina madre hubiera sido algo que contribuyera a fortalecer la relación entre Meloncete y servidor.

Y llegó el momento de la partida. Y allí estaba yo, con una llave con botones para abrir y cerrar en la distancia. Meloncete arqueó la parte superior de los faros y frunció el capó, mostrando ora temor, ora sorpresa.

Abrí la puerta. Me senté. Recordé aquel acrónimo que mi profesor de autoescuela me enseñó: CAFE: Cinturón, Asiento, Freno de mano, y Espejos. Coloqué todo lo que hay que colocar. Jugueteé con los elevalunas eléctricos como dilatando el momento. Le pregunté a Lamari por el cuadro de mandos. ¿He dicho pregunté? quise decir grité histérico que donde estaban las luces ¿Y las luces!!!!!? Ay, dios mío, qué desastre, esto no tiene luces!!! Lamari me miraba contrariada y suavemente me indicó una ruedecita a la izquierda del volante "Aquí, aquí están las luces". Suspiré, puse cara de idiota, sonreí forzadamente, y balbuceé: Es que en el Ford estaban donde los intermitentes.

Le dí al contacto...y aquello fue el inicio de un amor entre Meloncete y yo, construido a base de viajes, mudanzas, trasiegos por Madrid, y sobre todo, MUCHAS VISITAS A Ikea...

Aquella fue mi primera vez.

15 comentarios:

Annie dijo...

Yo odio conducir, me da miedo. Afortunadamente no lo necesito, ni siquiera tengo coche y eso me hace feliz.
Y si lo necesito para algo y no tengo más remedio que conducir, me lo prestan o alquilo, así que no me da tiempo a desarrollar esos vínculos tan especiales con la máquina de los que hablas, jeje

Rub dijo...

Hola Annie, cuánto tiempo!!! Recurdo un bonito comentario tuyo que decía eso: "bonito". Y a mí me pareció uno de los mejores comentarios que he podido recibir.

No creas que tengo esas vinculaciones tan potentes con los coches. Un cierto cariño los coges, pero vamos, si ves a Meloncete por ahí le puedes dar una patada, que mientras que no rompas nada, no me importará mucho.

Y lo del miedo a conducir...yo lo tuve. Lo he sustituido por respeto, pero he de agradecer a mi padre que me insistoera en coger el coche. De hecho, el viaje que narro, fue idea de él. Ahora, pocas experiencias me son tan gratificantes como coger el coche, mis CD de hip hop, un paquete de tabaco, y enfilar la carretera de La Coruña, parando a tomar café en los diferentes bares de carretera.

Gracias por tu comentario...

Rub dijo...

Hola lamari, te lo podría decir en persona, pero si publico un comentario tengo más tráfico que el blog del ds3. Se llama Meloncete, no meloncito...corazón de melón...

Anónimo dijo...

jajaja, qué idea más buena. Es lo mejor que he visto en mucho tiempo.

Ánimo con tu contrablog. Sólo espero que Opel te contrate algún día para postear sobre su último modelo.

Me ha encantado la idea. De verdad.

Un saludo.

Carol

Rub dijo...

Hola Carol,

Bienvenida a mi blog.

Me alegro de que te haya gustado la idea.

No suena mal eso de que Opel me contratara ¿No serás directiva de esa empresa?

Intentaré darle duro al contrablog. El del citroen ds3 va cogiendo ritmo, y calidad. Es todo un desafío, mácime teniendo en cuenta que yo esto lo hago por placer, pero intentaré estar a la altura.

Espero que me apoyes en esta andadura.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Tienes mi total apoyo, Rub.

Además, tengo un opel...no te digo más...

Lamentablemente no soy directiva de opel, pero si lo fuera, ya tendrías un blog. NI LO DUDES!!!

Un saludo.

Carol

rub dijo...

Has visto lamari, estoy que lo tiro y tú sin confiar en mí...diciendo que soy como Antoñita la fantástica

Annie dijo...

Jo, qué agradable es que se acuerden de una! La verdad es que no me había ido. Aunque no comente siempre os leo, a tí, a Lamari...me gusta vuestra visión de las cosas, tan sensata.

Mi padre también me obligó a coger el coche y, durante bastante tiempo, conduje sin problemas, pero ahora que vivo en una ciudad grande con un tráfico de pesadilla, cada vez que tengo que hacerlo (la mayor parte de las veces porque me obliga mi chico), me entran los sudores de la muerte...

Naïf dijo...

A ver, Rub, nosecuánto sin actualizar y ahora esto... En fin, suma otro comentario a la lista.
Por cierto, odio conducir, paso de los coches, pero cada vez que me rayan el mío... ¡monto en cólera! Y eso que tiene 10 años y está echo polvo, pero si lo raya alguien, ¡soy yo!

Rub dijo...

Pues claro que me acuerdo de ti, annie. Como ya te dije, me pareció un comentario digno de recordar, en una de las entradas de las que me siento más orgulloso.

Me alegro de que nos sigas, pero te invito a que comentes siempre. A los bloggers -al menos a mí-, nos da subidón ver que hay comentarios. Es nuestro único refuerzo positivo. Y ahora que estoy con el contrablog, más!!!

Sensata es más lamari que yo, la verdad. Ella también sufre al conducir, y también soy yo el que a veces la obliga. También vivimos en ciudad grande (Madrid), y eso le añade un punto de riesgo que mola a veces, y desespera en otra.

Un abrazo.

Rub dijo...

A ver, Pink, he estado más liado que la pata de un romano, y ahora se me ha ocurrido esto del contrablog, y hay que escribir a la velocidad del rayo. Cierto es que al de citroen le pagan y yo lo hago por amor al arte, pero esto es "personal" (lo pongo entre comillas porque a ese tío ni lo conozco). Gracias por tu comentario. Hay que sumar y sumar.

Hombre, si me rayan el coche me jode un poco, no digo que no, pero tampoco monto en cólera. Si fuera nuevo, ya sería otro cantar, pero el pobre Meloncete...otra cicatriz de guerra más...


Un besote!!!

Magalia dijo...

Pues si esto del contrablog sirve para que actualices más a menudo, bienvenido sea! Ultimamente tienes abandonados a tus lectores y si no hay nueva entrada, no hay comentarios.
Saludos de una nueva comentarista, aunque no nueva seguidora!

rub dijo...

Hola Magalia,

Bienvenida al mundo del comentario.

Me estaba quedando flipado leyéndote, y pensando: Pero está quién es??? Claro, porque no soy consciente de quien me espía en la sombra.

Esto del contrablog, espero que sirva para actualizar. El tipo de citroen me lo pone difícil.

Bueno, magalia, pues me alegro mucho de que te hayas decidido a escribir. Espero actualizar más, y poder leerte con asiduidad.

un abrazo y gracias.

María dijo...

Jajajajajajaja... las llantas son un misterio insondable para mi. Mi mejor amigo trató de explicármelo un día, pero desistió cuando me compré eñ C3 y me preguntó:

"¿qué coche te has comprado?"

"Un c3"

"Un c3, ¿qué?"

"un c3... azul".

Se dio por vencido.

Rub dijo...

jajaja, María, claro que sí: un c3, Azul...

Y ya está...