domingo, 27 de mayo de 2007

Descubrimientos...

Cuando era pequeño no había ducha en mi casa. Esta particularidad me hizo descubrir cosas muy rápidamente.
Mis abuelos tenían un piso Alcorcón. Ellos vivían en Madrid y mis padres mi hermana y yo podíamos disponer de aquel piso los fines de semana. íbamos a ducharnos y a que mi madre pusiera unas lavadoras (que tampoco teníamos). Un sábado por la tarde, cuando yo tendría 5 ó 6 años, mis padres y mi hermana se fueron a dar una vuelta, pero yo preferí quedarme en la calle con unos amigos (estas cosas que antes se hacían con los niños y que ahora serían motivo de cárcel para padres imprudentes). Mis amigos se subieron a sus casas y yo me quedé en la calle. El tiempo pasaba y mi familia no regresaba. Rompí a llorar porque empecé a fabular que algo malo les había ocurrido y me había quedado sólo en la vida (aunque mi máxima preocupación era cómo me iba a volver desde Alcorcón a Madrid). Seguramente fuera una media hora, pero a mí me parecieron 5.847 horas lo que tardaron en volver. Cuando lo hicieron, me abracé a ellos y juré que nunca más en mi vida me separaría de mis padres. Dicho y hecho: aquel día desarrollé una tremenda ansiedad de separación y me convertí en el típico niño que no podía separarse de sus padres hasta que ya fue talludito.
Descubrí que la mente del ser humano es muy extraña y decidí hacerme psicólogo.

Con 4 años me apuntaron a Kárate. Yo pensaba que era porque es lo que hacían todos los niños, pero la realidad es que la necesidad agudiza el ingenio y mi madre urdió un plan sin precedentes: como el gimnasio era de unos vecinos, no nos cobraban por dar clase. Así que mi madre invirtió un poco de dinero en un par de kimonos -uno mi hermana y otro para mí (aunque recuerdo que mis primeras clases las hice con el pantalón del uniforme escolar hasta que lo estallé por el culete), y así tendríamos ducha tres días en semana. Estuve muchos años rogándole a mi madre que me borrara. Me aburría, me hacían daño y, lo más importante, mi madre nunca me dejaba ir al cumpleaños de ningún niño del cole, porque eran los viernes y había que ir a kárate aunque lo cierto era que lo que había que hacer era ducharse gratis. Finalmente acabé siendo cinturón negro primer dan y campeón de España.
Descubrí que para mi madre el fin justifica los medios de todas, todas; y que nunca sabes donde la vida te deparará tus mayores alegrías.

En verano, que no había kárate, mi padre me llevaba con él a las casas de baño. Esto es un sitio muy extraño: es como un gran hangar mugriento, oscuro y sórdido, lleno de duchas. Sólo había indigentes y los pocos inmigrantes que pudiera haber cuando éramos pequeños. Me sentía protegido por mi padre, que actuaba con total seguridad en aquel ambiente hostil, pero lo que más me gustaba de aquel lugar era que sólo costaba una peseta y a mí me parecía increíble poder entrar a un sitio por menos de lo que costaba un chicle, y hacer uso de sus instalaciones. Un año, al volver al cole después de las vacaciones, le conté esta historia a uno de mis mejores compañeros de clase que era de los que llevaba zapatillas de marca. Me miró como con asco y nunca más volvió a dirigirme la palabra.
Descubrí que lo barato sale caro y que sería difícil encontrar amigos de verdad.

He descubierto muchas más cosas en mi vida, pero ya os iré contando...

En fin...ciao a tutti...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, lamari.

Me duchaba ahí porque no había otra. qué le vamos a hacer.

A mí la foto me gusta. Son dos pasteis nata portugueses, mi postre favorito

Anónimo dijo...

para que veas que no sólo te lee la mari, he decidido comentarte un poquito, yo conocí a una chica que no tenía ducha,pero tampoco tenía taza del water,lo suyo era más extremo y un poco desagradable cuando ibas a su casa, menos mal que eramos vecinas, me daba tiempo a escaparme corriendo a mi casa para poder hacer pis

Anónimo dijo...

joder, pkitten, qué historieta. Me queda claro que tú ibas a tu cas a mear, pero tu amiga??? cómo lo hacía?? orinal y a la ventana???

En fin, te agradezco que tú también lo leas. Eres muy "cortés".

Anónimo dijo...

Bonita manera de contar una historia.
Sigue siendo difícil encontrar amigos..
Me apunto a tu incipiente club de fans.
Cloe

Anónimo dijo...

Seguro que tu club seguirá creciendo. Me gusta cómo escribes. Sigo leyendo tus posts.

Alberto Mateos dijo...

Bonita historia, es algo dura pero muy sincera y realista. Lo siento si te hago sentir mayor (he leido tu otro post) pero...como han cambiado los tiempos...esos sitios de duchas existen ahora?
Un saludo!

Rubén Moreno Castellanos dijo...

Alberto, creo que siguen existiendo. Hay uno ultramoderno en la glorieta de embajadores. Es un edificio blando bastante correcto.

Yo soy de La Latina de toda la vida. Al que iba es a uno que está en la piscina de La Latina. Si bajas por la acera de la derecha de la c/Toledo, justo cuando acaba el edificio de la pisci, hay una puerta cochambrosa y arriba pone casa de baños. Está como escondida; es como que tienes que girar 180 grados.

Pero...NO VAYAS!!!

Rubén Moreno Castellanos dijo...

quería decir un edificio BLANCO bastante correcto