lunes, 21 de septiembre de 2009

Maldita analítica.

Hace un año y pico acudí a mi médico de cabecera. Ironías de la vida, estaba de baja, aunque esto deja de ser irónico cuando tu médico, cada dos por tres, tiene que ausentarse por vaya usted a saber qué.

El caso es que allí había una chica joven haciendo la suplencia y te auscultaba que parecía se le fuera a ir la vida en ello. No recuerdo bien porqué motivo fuí, pero el caso es que me acabó prescribiendo una analítica.

A las 8:00 a.m. estaba allí. En ayunas, claro, pero con los dientes bien lavaditos porque soy de los que opina que los profesionales de la salud se merecen el mismo respeto que ellos muestran por nosotros. No me refiero a grandes cosas, sino simplemente al hecho de ir aseado. No sé si alguien conoce algún médico, pero en ocasiones se las tienen que ver con más de uno y más de dos, que mejor no contar en qué condiciones acuden a la consulta. A mí también me pasa, que me pongo mi corbata, mi camisita, mis zapatitos, etc. y me aparecen en chándal. Por lo menos yo no les tengo que pedir que se desnuden ni nada de eso.

El caso es que a la semana tuve que ir a recoger los resultados. Ya estaba mi médico titular, alias el Quevedo. Mi padre es el que le puso el mote, porque el médico va con bigotino y mosca más gafas de pasta; además se ha quedado en la transición, y siempre va con vaqueros y camiseta, y a pesar de peinar canas, luce con orgullo un pendiente en la oreja izquierda. Pero el tío es muy majete, profesional, y va limpio, que al fin y al cabo es lo importante.

Total, que buscó en su carpetilla la analítica, la encontró, la sacó, la leyó en voz baja, y preguntó: ¿por qué te ha mandado que te miren las hormonas tiroideas? y la única contestación que obtuvo por mi parte fue un "yo qué sé" con encogimiento de hombros.

El caso es que la TSH estaba un poco alta. Si la TSH está alta, parece que tienes todas las papeletas para desarrollar un hipotiroidismo. Así que me quedé blanco, por lo que Quevedo me dijo que me tranquilizara, que era un hipotiroidismo que no hace clínica todavía, y que lo único que había que hacer era controlarlo una vez al año. De todos modos me palpó el cuello y no encontró ningún nódulo o lo que quiera Dios que estuviese buscando, lo que ayudó a que mi neurósis no se disparará como se disparó, amén de explicarme que en ocasiones se dan anomalías clínicas por diferentes estados anímicos, con lo que pudiera que al año, los niveles de TSH estuvieran en su punto de normalidad.

Al año -que es lo mismo que decir hace 15 días- me repetí la analítica. Quevedo esta vez no buscó en la carpetilla, sino que miró en el ordenador (el INSALUD está que lo peta y de un ecológico acojonante), donde se encontraban los resultados. La TSH no se había movido de los niveles del año anterior, así que me dijo que controlara la alimentación por el colesterol e hiciera ejercicio(lo tengo alto por genética) y que me repitiera las pruebas dentro de seis meses.

Yo retomé el tema de la tiroides y le pedí que me explicara bien eso del hipotiroidismo subclínico. Supongo yo, que después de ver la galería de personajes-pacientes con el que el bueno de Quevedo se las tiene que ver a diario, consideró que por mi hablar y mi razonar, estaría dispuesto a entender una explicación médica. La entendí, sin duda. Laexplicación finalizaba así: "...entonces con el tiempo, y por tiempo quiero decir que pueden ser años, desarrollarás, casi con total probabilidad, hipotiroidismo".

Otra vez me quedé blanco y repuse "o sea, que me voy a poner fanegas" (a tomar por culo todos mis años de cultivo de intelecto). Quevedo entendió perfectamente lo que quise decir, lo que me dió pie a deducir, aún sin realizar pesquisa alguna, que le gusta muchachada nuí, pues solo quien ve este programa sabe que fanegas es igual a gordo, e intentó tranquilizarme: "Mira, Rub, con el hipotiroidismo, como mucho, se cogen entre 4 y 5 Kg. Lo que ocurre es que hay mucha gente, en especial mujeres, que con el rollo del hipotiroidismo se ponen pilfas a comer y luego dicen ay, es que soy hipotiroidea y aunque no como engordo, pero vamos, que no te vas a poner como una ballena a menos que te de por comer como un desalmado".

Yo no sé si Quevedo me mintió o no. En el momento me tranquilizó, aunque yo, obsesivo por naturaleza, no hago más que visionarme fanegas perdido y la tableta de chocolate desapareciendo de mi abdomen como un barco en el horizonte (y yo no sé porqué he dicho esto último si hace diez años que no tengo tableta, ni de chocolate, ni de ná).