miércoles, 28 de noviembre de 2007

¿Hay algo por ahí?

Hace una semana y un día falleció mi abuelo (toma ya!!! no está mal el titular para volver después de casi un mes). No es que me encuentre muy afectado, pues como ya comenté en cierta ocasión, mi abuelo era de traca maraca (aún queda mi abuela, que tras 2 días de lágrimas incesantes, ahora se afana con pasión en poner al día las cuentas del banco con el único objeto de "amasar", pues no parece dispuesta a gastar nada). Comentaba en el velatorio con una tía, que es de la otra parte de la familia, que no me sentía afectado y eso me hacía sentirme extraño. Ella me dijo que no es lo que me tocara -en este caso abuelo- sino el contacto que tuviera con él. Comprendido y asumido esto, me sentí algo más relajado y continúe con la elaboración de mi lánguido duelo.

El caso es que yo nunca tuve contacto con la muerte y en un año se me han ido dos familiares: Mi abuelo y un primo de mi edad (por cierto, cambiaré la cabecera del blog, pues desde el día dos ya me calzo los 29).

Criado en la carmelitas, y estudiado el BUP y el COU en el colegio arzobispal de la Inmaculada y San Dámaso o, lo que es lo mismo, el Seminario de Madrid, no ha de extrañar al lector que el que escribe crea en Dios y/o en la vida después de la muerte. Sin embargo, en las dos experiencias de muerte que he tenido, no es que mi fé se haya desvanecido, qué va, es que directamente se ha ido a tomar por culo.

Hace un año, en el funeral de mi primo, con mi tía en estado de shock, mi abuela -la normal- llorando a moco tendido, mi tío ensimismado en Dios sabe qué pensamientos, y mi prima afanada en limpiarle las lágrimas a sus hijos mientras las suyas corrían impunemente por sus mejillas, el cura dijo algo así como: "hoy es un día de fiesta, gozo y alegría porque nuestro hermano J.M. estará a la derecha del Señor. Por eso, no estemos tristes hermanos..." En ese estado en el que se encontraban los presentes, creo que éramos pocos los que atendíamos a sus palabras. Yo, supongo que buscando inútilmente algún tipo de consuelo en lo que el cura pudiera decir, atendía con tesón y me topé con aquellas palabras que aniquilaron mi fé.

Yo no sé dónde estará mi primo, pero lo de "a la derecha del señor", me sonó tan...tan...tan raro y tan a trola...; Respecto a lo de "no estemos tristes..." no comment.

Ahora, con la muerte de mi abuelo, y cuando ya había recobrado un poco mi fe en que hay algo después de la muerte, he vuelto a tambalearme. ¿Qué hay al otro lado?¿Hay otro lado?¿realmente te ves desde, digamos, otra dimensión?¿nuestra idea sobre el otro lado es fundada o viene de serie en nuestra cabeza?

Mañana es el funeral y ya he aprendido que no debo prestar atención al cura (que crea en Dios no quiere decir que crea en la Iglesia, y a ésta última la conozco bien). prefiero hacerme mi propia composición y creer que mi primo está cerca de mí y de los suyos protegiéndonos p guiándonos, aunque hay algo que me dice, sin saber muy bien por qué, que no hay nada, que tod no es. El otro día leí una cita epicúrea que decía algo así como: "nosotros no tenemos miedo a la muerte porque mientras que nosotros seamos ella no es, y cuando ella sea nosotros ya no seremos". Supongo que no sería mal camino seguir esta máxima, aunque me seguiré preguntando por la existencia de Cielo y el infierno.

DESDRAMATIZANDO EL POST: ejercicio de recuperación del estado cerebral habitual.

Por cierto, mi coche, que es así de poético el chaval, el día del entierro, aprovechando que estaba al lado del cementerio, decidió que era un bonito e idóneo lugar para morir. Así que si alguien sabe de un BMW serie uno a buen precio, que no dude en decírmelo.

Prometo actualizar más a menudo.